8/27/2008

Bienvenido al purgatorio

Dios cae del cielo, las llamas del infierno se debilitan:
Escapan serafines y soldados de satán:
Cierro los ojos y el mundo muere.(...)

Sylvia Plath



Vaso frágil de un minuto
donde los huecos se llenan de papeles retorcidos.
Se ha hecho tarde.
El frío, ese gran explorador de las miserias,
declaró su entrada punzante en la llaga.
No hay modo de adormecerla, no hay placebo,
sólo resta echar vinagre y contener respiraciones.

Dios lleva un frasco de líquido verdoso.
Sabe a pregunta retórica, sabe a engaño.
Extraño es el contrasentido
de perder la fe que nunca hemos tenido.

Bienvenido, hermano, sentate acá, a mi lado.
Veremos la película adonde los buenos
se someten a hemodiálisis, o son
tan insulino-dependientes que le dan asco
a los ángeles y a los súcubos hambrientos.

Dejá tu segundo en un costado,
acompañame a adivinar imágenes que duelan como soles
que cuenten la patética historia del látigo,
la empalizada del odio de los otros,
o la breve confusión de una caricia adúltera,
curiosa e insistente en continuado.

Círculo hermético, aburrido como el ruido
del chasquido de disparos que al fin darán contigo,
conmigo y los parias de esta sala mal iluminada.
Acercate, amigo, aquí he guardado un sitio
dónde puedas entregarte al absurdo en tecnicolor.

Está por empezar la parte divertida,
ésa, en que la corrupción se cristaliza
y los deseos son simples expresiones
que dicen, al final, que no hay escape.

8/26/2008

CANTATA DE FUSILAMIENTOS


He deseado hoy que este agua nos lave y destiña.
He querido pensar que podíamos ser lavados del
fracaso y de la muerte que vamos mostrando
al mar como un tatuaje obsceno.

(Purranki Sandongui)




I

Transfundir la sangre y el alcohol, licuarla hasta el fuego, emulsionar la explosión.
Que arda como deseos suicidas en un jumping sin arneses.
Caída libre de ojos como pozos abismales.
Caída libre a la esperanza sin llegar temprano al final del barranco.

No se toca el fondo, es inaccesible.
No hay torturas ni oscuridades que sean suficientes.

Uno no se rompe por amar sin protecciones.
Uno ya venía roto de desganos y rutinas, chapaleándole a la suerte (esa cabrona) escondida en andenes que jamás fueron pisados ni por la propia sombra.

No hay piedras que pulir, ni hay orfebres que te ajusten los estados que nunca te atreviste ni siquiera a corromper.

Se trata de desanudar pasos cansados, de esperar que se reanuden los temblores, de querer ver, que más allá de esa ventana hay alguna cosa viva, que sorprenda, que no muera en su artificio.
Es ese deseo inmemorial por los fantasmas, que fustiga y limita los desbordes.
Se trata de no doler las apariencias, desespinar toda afixia, lamerse las palabras sin llorarlas.


II

Algún día dejaremos de cocinar tristezas, podremos vestirnos con collares tintineantes, nos subiremos a mesas de celofanes baratos y bailaremos la canción que no sabemos, ésa cuya melodía es menos cruel que los espejos.

Hay razones que no pueden comprenderse en una primera lectura caprichosa.

Y ahora hay vapores parecidos a una noche en el bar que no dormía.
Y ahora, un cardúmen de hilachas dan vueltas desflorando hemisferios que se invierten, pegando gritos histéricos que tu garganta no puede retener.
La tensión se agiganta, los buenos propósitos son piedras, granitos oxidados por insomnios.

Lo cierto es que esta fase inevitable ya tiene que morir.
Lo cierto es que hay que envenenarla con arroces blandos sasonados de mal gusto.

No importa la coherencia.
¿Quién puede asegurar que las cosas son tal como lucen frente a ojos de arpillera?

Renegar de la historia, la educación, los consejos sabios.
Mearnos sobre la tumba de todos los jodidos desencuentros, escupirle a las ausencias, a lo que sentías esa vez cuando todo parecía ser amable.

Uno no se rompe de amor. Uno ya estaba roto.
Hay razones que no tienen remiendo.



III

¿Y adónde es que van a parar todas las cosas que están muertas?
En este momento sólo hay pasto seco.
Se parece a un recuerdo de días de risas.
Se parece a una valija con dotes de pérdida.
Se parece a tu hombro cuando gemía piedras.

Causa y efecto.
Aquí.
La causa está plantada, arbitraria en este costado.
Es tan simple como un prisma que refleja los colores
(como cuándo los veíamos en un arco iris)
tan complejo como baldear las veredas del pasado.

Somos sementales de la pena

¿A dónde van las noches de música y tu angular apuntalando mi alma?
¿Y por qué las ganas se escondieron en todos los cajones donde no se encuentra nada?

Como esta cinta que nunca termina.
Como el amor de hoy cansado y destemplado.

Hay tanta nube atornillada en el recuerdo.
Hay tanta ausencia de guitarras.
Los intentos no saben bailar.
No hay teléfonos que te digan del secreto.

Somos regaderas de lágrimas que escarban por detrás de los relojes.
Hay razones que se escapan y no vemos.